Tras la esterilización disminuye
la capacidad del gato para regular la cantidad de alimento que toma; tiende a
comer más y por tanto, a ganar peso. Dos días después de la cirugía, nuestro
gato (es menos pronunciado en la hembra) puede comer un 20-30% más de alimento.
Por otro lado, las necesidades
energéticas se reducen un 25-30 % debido a cambios hormonales (este aspecto es más
marcado en la hembra que en el macho).
La suma del aumento de ingestión
y la disminución del gasto energético se traduce en un aumento del tejido
adiposo, lo que conlleva un aumento del peso del animal.
La esterilización también parece
estar asociada a una disminución de la actividad física, sobre todo por la
noche, lo que puede favorecer el aumento de peso si el gato come más cantidad
de alimento del que necesita.
La obesidad debe ser considerada
como una enfermedad grave que debemos evitar y corregir. La obesidad deteriora
la calidad de vida de nuestros animales, les hace más propensos a padecer otras
patologías, como diabetes y artrosis, e incluso reduce su esperanza de vida. No
es una consecuencia obligatoria de la esterilización; se puede fácilmente
prevenir controlando la cantidad y la calidad del alimento que proporcionamos a
nuestro gato, y procurando que realice algo de actividad física.
Y si hemos llegado tarde y tu
gato ya ha aumentado de peso, consulta con tu veterinario y comienza lo antes
posible un plan de adelgazamiento.